Hoy, luego de ver el partido entre Perú y Ecuador, supe que las esperanzas siempre guardan relación inversa con el resultado esperado. Pasa en nuestras vidas, cuando esperamos estar con alguien a quien creemos especial sólo para luego descubrir que no era así. Sucede con el concierto "de tu vida", el grupo al que soñaste ver y luego te decepcionó (mucho playback, dijiste).
Los momentos más divertidos o emocionantes de nuestras vidas vienen sin buscarlo, cuando damos por perdido un partido de la selección. Al conocer a alguien en una situación totalmente random y quedamos enganchad@s con él/ella para siempre. También si te invitan a un recital, no tenías planes ese día y te pasan la voz a último momento. Palabra clave para cualquier tono épico: "vamos un rato, saludamos, estamos sus toques y luego nos vamos". Mentira, vas a quedarte ahí y tonear como los dioses nórdicos mandan.
A lo que voy con todas estas situaciones, completamente disociadas entre sí, es que debemos tomarnos todo a la ligera. Suena un poco loser, ¿verdad? pero luego con el tiempo me darán la razón. Mientras menos expectativas tengamos de algo o alguien, más posibilidades hay de que las cosas resulten productivas.
Consejo de este post: No esperes nada grandioso, sólo vive el momento y déjate llevar.
One Comment
Muy bueno! las situaciones nos deben sorprender y no emocionarnos antes y después viene la gran decepción dejándonos peor que antes.
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