Archive for enero 2009

Junkie

Hay algo de lujuria,
tristeza y perversión
en tus ojos negros,
inmaculada niña

Eres la reina olvidada
del lúgubre castillo,
una alegre nostalgia
del pasado invierno

Aborreces el presente,
odias el pasado
y huyes del futuro,
el mundo ya no es tuyo

Juguemos a morir,
seré la letal inyección
que tanto quisiste
sentir en tus venas

Se la blanca heroína
de mi dulce despertar,
el tierno final que
no podremos contar.

Tan sólo un cuento (Parte II)

Tuvo tanto miedo de romper aquel momento glorioso que no pudo pronunciar palabra alguna. Micaela, así se llamaba la chica de sus sueños, sonrió y dijo:

-Creo que te quedaste dormido, vamos, éste es el último paradero del bus.

Su dulce voz y las palabras tan amables que ella había pronunciado, contrastaban con su extravagante forma de vestir. Javer sólo atinó a ensayar una nerviosa sonrisa y decir:

-Mi nombre es Javier
-Yo, Micaela. Respondió la joven y bella mujer.

¿Era acaso la oportunidad que él había estado esperando? Había pasado tiempo desde la última vez que creyó estar enamorado. ¡El Amor! El sentimiento humano menos cercano a Javier, la desesperanza suele ser su mejor aliada. ¿Acaso todo podría ser diferente ahora? Los dos personajes, risueñamente estáticos, regresaron al mundo terrenal gracias a un carajaso del chofer. Era el momento de abandonar el bus. La noche en la ciudad se mostraba indiferente a la calma y llena de curiosidad.

Ya en la acera, Javier pensaba en una excusa creíble para seguir al lado de tan divina mujer.

-Bueno, has tenido suerte de que no te roben algo. No deberías haberte quedado dormido. Le recriminó Micaela con una extraña preocupación. La muchacha acomodó su cabello mirando hacia el reloj de la iglesia. Su calma fue interrumpida.

-¡Dios! ¡Ya es las dos y yo aquí! Tengo que irme.
-¿Irte? Pero yo...
-Lo siento, prometí no llegar tarde hoy.

El celular de Micaela empezó a sonar, tenía el tono de una vieja canción de Bon Jovi, grupo que Javier odiaba a muerte. La digna villana cruzó hacia la otra acera y tomó el primer taxi que pasó.

Él, moviendo ridículamente la mano, se sintió morir un poco. La desesperanza le había jugado una mala pasada. Otra vez será.

Optimismo

¿Dejarás que el arcoiris,
el ácido y los colores
se pierdan en el sollozo
de la soledad?

Es tiempo de luchar,
un grito inacabable
nace del rojo corazón,
levántate y camina

Sé lo que nadie espera,
el estruendo cruel
del alma olvidada,
sé la última esperanza

Tan sólo un cuento (Parte I)


Quizás era el momento de empezar de nuevo, pensó. Tomó su pequeña mochila, en la cual contenía una pequeña cámara fotográfica, cd's de The Clash y Neil Young y muchos sueños sin realizar. Antes de salir acomodó uno a uno los antiguos cuadros de la sala. Si había algo que lo deprimiera era un cuadro fuera de orden, desnivelado.

-¿A dónde vas? Preguntó su tantas veces desesperanzada madre
-A ningún lugar, tan sólo huyo de mi. Respondió

Aquella escena se había repetido centenares de veces. Como si se tratase de un flashback cinematográfico, la madre tan sólo se resignó a decir adiós y sonrió apretando los dientes. Se había prometido no derramar alguna lágrima más.

Javier cerró la puerta violentamente, dejando atrás el pasado que él mismo construyó. Contaba con 27 años de edad, una mochila vieja, algún dinero que había tomado de la cartera de su madre y muchas pastillas de menta. Hace 5 años que había dejado de lado los cigarrillos.

-Un vicio no se pierde, tan sólo se cambia. Fue lo que pensó mientras llevaba una pastilla de menta a su boca.

Tomó el primer bus hacia la ciudad, iba escuchando White Riot de The Clash. Imaginaba una revuelta en las calles más importantes de la ciudad, gente furiosa lanzando molotovs a la policía, hippies trasnochados bailando frenéticamente frente al congreso. Una orgía de baile, debate, amor y rock. Despertó tras recibir un espaldarazo del último ocupante del bus. Era una joven mujer que llevaba maquillaje negro, uñas de color carmesí, botas negras y un vestido azul oscuro. Enmudecido, Javier pensó haber llegado al infierno.

-Debo de haber muerto y ella es quien me llevará a mi dulce descanso. Pensó, todavía somnoliento.