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Sexo, El Asesino Del Amor


Son tiempos difíciles para las empresas, la crisis mundial afecta a todo el mundo y aún no encontramos la salida a los problemas más graves de la sociedad. Básicamente nos encontramos en las manos de empresarios imperialistas que esnifan cocaína con billetes de 100 dólares. En la otra acera, hay un viejo personaje llamado amor, luce viejo y descuidado. Él no sufre por dinero, pues sólo se alimenta de ternura y pasión. La herpes carcome su sexo y se siente vacío, a pesar de tener a cualquier muchacha que se le cruce.

Un orgasmo tras otro, orgía tras orgía, el amor se ha olvidado de amar, abrazar, besar suavemente y compartir lo más humano de él. Ya nadie lo ve, tan sólo lo usan como una prótesis posmoderna de la seducción. La desconfianza se apoderó de la multitud de féminas que lloraban al escuchar una buena canción de Elvis Presley, "Love me tender" ha sido reemplazado por el ritmo frenético del reggaeton más sexual.

Y así continuaremos, hasta que el último ser humano sea travestido

Ella Dijo Que Lo Amaba, Acto Seguido, Su Cuello Mordió

Cautiva amante de lo perverso,
anhelo sucumbir lascivamente,
acariciando su candente sombra
en medio de pagana oscuridad

Mi libertina ánima te pertenece,
guárdala en récondita dicha
junto a fútiles y rancios cuerpos
de remotas historias juveniles

Escribo su nombre en sangre,
tratando de ser rememorado
por su egocéntrico corazón,
frígido e impasible como el amor

Miente sólo una vez y ámame
clavando tiernamente tus colmillos,
seductora criatura infernal,
déjame morir antes del solsticio

Impromptu

Conoces del garbo, la frialdad,
el dolor de amar y
reponerte de la soledad,
ríes sin dejar de llorar

Agonía temporal es la vida,
insatisfacción continua
que nos hace luchar
por causas ya perdidas

No me sorprende tu ausencia,
ni el rojo mar que nació
de tus cansados brazos,
fuiste valiente a tu modo

Recuerdo el olor de tu sexo,
la ternura de tu voz
gimiendo en la oscuridad,
el único momento que extrañarás

Chau, Hugh


No son pocos los motivos para hacernos partícipes de la orgía posmoderna de la civilización. Ahora más que nunca somos tan parecidos a los romanos o los griegos, vivimos por y para el placer. ¿Será cierto que la historia es cíclica? No lo sabemos con exactitud. De lo que sí podemos dar cuenta es de el gran festín armado en los últimos años.

Podríamos situarnos en los finales de los 90, cuando hubo una gran recuperación económica. Los estudiosos de los fenómenos sociales saben que mientras haya prosperidad habrá una mayor búsqueda del placer. No sólo del sexual, claro está. Es así como en esta casi década la degradación y la perversión se ha tornado pan de cada día. No nos conformamos con sólo un pedazo de la torta, queremos comer todo lo que podamos, hasta sentirnos conformes. ¿Acaso llegamos al punto de vomitar tan sólo para seguir comiendo?

Las empresas dedicadas al placer tuvieron su apogeo y el mundo, al menos el occidental, vivía la prosperidad sin preocuparse de lo que pudiera pasar. Quizás, aletargados e insaciables, no nos dimos cuenta del gran desastre que se avecinaba. Nos ganó la crisis económica por walkover.

Y ahora vemos lo mal que lo pasa la revista Playboy y la trasnochada industria pornográfica en Estados Unidos. La gente ya no compra gadgets como antes y los televisores LCD se aburren de repetir Hulk HD en las estanterías de las tiendas. Hasta los últimos modelos de celulares se han convertido en putas de lujo, muchos las ven pero pocos las pueden pagar.

¿Es el final del hedonismo posmoderno? Quizás algo productivo salga de dejar el placer por la lógica.