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Woody Allen, París y la Belle Époque

Woody Allen ha plasmado en sus películas las predilecciones que tiene por el jazz, la filosofía y el psicoanálisis. La última realización del cineasta estadounidense, Midnight In Paris (2011), va un paso más allá de aquellas innumerables citas sobre Sigmund Freud, Ingmar Bergman o Groucho Marx.

En ella, el joven escritor Gil (interpretado por Owen Wilson) tiene que viajar a la capital francesa siguiendo a su comprometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de esta, John y Helen (Kurt Fuller y Mimi Kennedy, respectivamente). 

Luego de participar en una aburrida reunión social, el protagonista decide pasear por las calles de París. De pronto, es invitado a pasear en un carruaje que lo llevará a la ciudad de los años veinte y donde conocerá a algunos de los personajes más afamados de la época. 

Así, Woody Allen trata de rendir tributo a sus más grandes héroes de ese tiempo en distintos campos como la música, el arte y el cine. El resultado es impresionante tanto en el campo visual (la deliciosa ciudad de las luces en todo su esplendor) como en la historia (genios de distintos campos en conversaciones íntimas, llenas de intelectualidad, además del humor resultante entre la relación de Gil e Inez). 

Más allá de lo cinematográfico, 'Midnight In Paris' también contempla otros aspectos ligados al psicoanálisis y lo existencial. Cuestiona la idea de que "todo tiempo pasado fue mejor" en sus 94 minutos de duración, aparte de ensayar una respuesta al vacío existencial del hombre moderno. No es una película de autoayuda. Su belleza trasciende en el recurso filosófico que emplea, sin caer en el intimismo del cine de autor.

La historia también presenta la dificultad de las relaciones amorosas, lo poco que difieren entre inicios del siglo XX al XXI. La realidad del mundo que creemos ideal. Y, es necesario decirlo, seducirnos con las relaciones que se van formando a lo largo de la trama. Después de todo, se trata de París, ciudad donde es imposible dejar de amar. 

Por todo lo expresado, creemos que las cuatro nominaciones al Óscar conseguidas por 'Midnight In Paris' son justificadas. Hollywood ha sabido reconocer la obra del infatigable realizador newyorkino, quien ganó el premio por mejor director por la también triunfadora 'Annie Hall' (1977).

Desde este rincón le damos 9 de 10 estrellas.