Cuando pienso en ti no puedo evitar pensar en la muerte, el vómito y las ganas locas de contraer alguna enfermedad venérea. Pienso en lo lindo que sería darte un beso con sabor a trago de 3 lucas y meterte la lengua hasta el intestino, sintiéndome Gene Simmons. No tengo problemas en acostarme contigo y dejarte al día siguiente, prometo no sofocarte con mis dudas existenciales, tan sólo seré cuerpo y no alma para ti. ¿Crees que la miseria del mundo se acostó con la locura de un borracho de quilca y nos procreó? Yo pienso que no, somos peores escorias que aquel aborto de 3 meses. Sé que escribo como sueno, no te culpo de desear sólo mi pene erecto. El cerebro es un músculo que no ejercito con frecuencia por culpa del alcohol casero. Todavía puedo pensarte entre las sábanas de un hotel al paso, sangrando por el orificio anal, producto de mis brutales embestidas. Extraño lo sucia que eres en la cama y las palabras malsanas que salían del mismo sitio donde entraba mi sexo. Hoy pienso con el miembro antes que con la razón, no me dejes con mi amigo encapuchado en condón. Estoy que pierdo la paciencia, me siento en medio de la basura de la sociedad y defeco todo mi sufrimiento. Voy a demostrarte lo mucho que te aborresco, orgasmo tras orgasmo aprenderás que el sadismo lleva mi puto nombre. Enséñame el dolor. Así que deja de masturbarte sola y do it with me, cause i'm horny like a donkey
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Dirty Sex
8.23.2009 –
domingo, agosto 23, 2009
Sueño
9.14.2008 –
domingo, septiembre 14, 2008
Anoche tuve un sueño relativamente corto, mas estuvo interesante. Dicen que las películas son oníricas. Quizás el de ayer será producto de una nueva película surrealista, al mejor estilo de Godard.
Un amigo de la infancia discutía conmigo sobre la personalidad y por qué nos vestimos o actuamos de tal forma -clásica discusión del tipo "paja mental"-. Yo le decía que somos lo que somos porque sí, por el único hecho de que nos da la gana ser así. Mientras él, en tono reflexivo y con las manos atrás a lo filósofo, me decía que nuestros cuerpos son una construcción.
Dijo "Por qué crees que llevas esa pistola en la mano?"
Acto seguido miré mi mano izquierda y me di cuenta que llevaba una pistola.
Mi necedad no me dejaba reconocer que él tenía la razón, maldito amigo de la infancia.
Luego entramos a una fiesta pequeña, era de tema patronal. Un hombre pequeño estaba sentado en una camioneta último modelo. Parecía ser algo así como el rey de la papa. En el asiento del copiloto iba una mujer blanca, muy agraciada, que nos sonreía coquetamente.
La tipa que controlaba la entrada nos vendió dos boletos, me preguntó si quería comprar unas rosquitas. Le dije que sí, me dio un paquete de ellas. Entonces, un señor, que parecía ser un campesino, le dijo que vendiera otro paquete de rosquitas porque se las estaban robando y prefería vendérselas a ella.
Finalmente, me desperté. Ya había amanecido en este mundo enfermo y triste.
Nos vemos