Si en algún momento hubiese un juicio por todos los crímenes, cometidos desde tiempos antiguos, Dios estaría sentado en el banquillo de los acusados. Lo veo todo claramente, el jefe supremo totalmente arrepentido, con la barba blanca hasta el suelo. Un acongojado prisionero de su propia razón.
Vivimos en un mundo de fantasía, en el que hay un Dios (padre de sí mismo y que nació de una mujer virgen) y en donde hay sólo dos clases de personas: los que creen en la religión y los que no. El segundo grupo suele estar integrado por contestatarios trasnochados, arties, universitarios y demás especies. Es toda una bacanal de colores.
El tiempo de comenzar una nueva aventura ha llegado, el cambio es aquí y ahora. Los jóvenes estamos viendo cómo antiguos dogmas han sido reemplazados por el poder de la ciencia y la investigación. ¿Era necesario aquella nefasta experiencia teocéntrica del medioevo para darnos cuenta de nuestro error? El tiempo ha dicho que sí, el ingenio del hombre se liberó en el siglo de las luces y desde ese entonces no ha parado de crear.
Seamos conscientes de la importancia de estar vivos en esta época y hagamos de lo imposible una realidad.
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